Cómo proteger una fórmula frente al plagio
Uno de los grandes retos de la industria alimentaria es proteger sus creaciones fruto de la innovación de los plagios e imitaciones. En este post expondremos los principales mecanismos legales que las empresas de alimentos pueden utilizar sobre cómo proteger una fórmula: la patentación de la receta y el secreto empresarial, este último vigente desde el 19 de marzo de 2019.
El gran obstáculo que tiene la industria para proteger sus derechos de autor es la subjetividad que tiene el sabor.
Tal y cómo sentenció el Tribunal de Justicia de la Unión Europea después de que la empresa Heksenkaas quisiera registrar un tipo de queso elaborado con nata y finas hierbas, el sabor es una “sensación gustativa subjetiva y variable” que no se puede identificar de manera “precisa y objetiva”.
Por este motivo no ha sido posible registrar como marca el sabor de los productos comestibles, y esto, efectivamente, dificulta los mecanismos de defensa de la receta, pero no lo imposibilita.
Uno de los mecanismos más habituales es patentar la fórmula.
Entre las fórmulas que están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) están la tortilla de patata, la salsa brava, e incluso la fórmula del gazpacho andaluz Alvalle. En este caso último caso la protección no ampara el sabor propiamente dicho, pero sí el procedimiento mediante el cual se elabora.
Para patentar la fórmula de un producto los requisitos son que sea una novedad, fruto de la actividad inventiva y que sea de aplicación industrial.
Con este título el creador tiene el derecho de explotar un determinado invento y se impide la fabricación, venta o utilización por parte de terceros sin consentimiento.
En caso de que fuera copiado, este derecho ayudará a defender tanto su receta, como las máquinas utilizadas para su elaboración o incluso una tecnología aplicada en el proceso.
El inconveniente es que a los 20 años pierde la validez y la competencia podría utilizarlo, como ocurrío con las cápsulas de Nespresso de la marca Nestlé.
La otra opción sobre cómo proteger una fórmula es el secreto industrial, que compañías recelosas de sus productos como Coca Cola, McDonald’s y Kentucky Fried Chicken han aplicado para su bebida gaseosa, su salsa Big Mac y el especiado que se utiliza en el rebozado del pollo, respectivamente.
La Ley de Secretos Empresariales en España entró en vigor el pasado 13 de marzo, la cual expresa que para ampararse bajo ella la receta debe ser secreta, tener valor empresarial y el interesado debe adoptar todas las medidas razonables para que permanezca oculta.
Por ejemplo, Kentuky Fried Chiken encarga sus especias a diferentes proveedores para que no averiguen la composición exacta.
Es decir, si la empresa no toma las medidas pertinentes para mantener oculto el secreto -firmar acuerdos de confidencialidad es el principio base de este sistema-, no se podrían emprender las acciones legales que la ley ampara ante la vulneración del derecho, ni tampoco si la competencia averigua por su cuenta la composición y el método de elaboración del producto.
Desde LegaleGo consideramos que una de las opciones más adecuadas es mezclar ambos mecanismos ya que la patente ofrece una protección más segura de la fórmula, aunque solo por 20 años, y el secreto empresarial pena desvelar el know-how de la empresa a cualquiera de los agentes que tenga un contrato de confidencialidad con esta.